LA PLAYA DE BELEN (NORTE DE SANTANDER)
Esta población, fundada en 1862, limita por el norte con San Calixto y Hacarí, por el oriente y el sur con Abrego y por el occidente con Ocaña. Tiene una temperatura agradable de 21 ºC.
La cabecera municipal está ubicada a una distancia aproximada de 200 km de la ciudad de Cúcuta, capital departamental, y a 25 km de Ocaña.
Entre la cabecera municipal y la zona rural habitan cerca de 9.000 personas, quienes se destacan por su trato afable y tranquilo con los visitantes.
La Playa de Belén fue poblada en sus orígenes por pequeñas tribus indígenas conocidas con los nombres de Peritamas, Aspasicas, Curasicas y Aratoques. Según la versión de Monseñor García Benítez, los territorios del actual municipio formaban parte de los dominios del cacique Patatoque.
Un pesebre viviente a 45 minutos de Ocaña
Un pequeño poblado que recuerda a un pesebre y atrae por su paz,
quietud y tranquilidad, pero, sobre todo, por su gigante amigo: el
Parque Natural Los Estoraques, de cuatro millones de años.
Hacia el cielo se levanta majestuoso este parque, toda una escultura hecha por la naturaleza y el tiempo. Imponente en su tamaño y noble en su belleza, Los Estoraques surcan el horizonte dibujando un paisaje único en su especie. Quien se deje cautivar por su gloriosa inmensidad tendrá un viaje por el tiempo de cuatro millones de años, cálculo que se tiene de su existencia.
La belleza de sus paisajes, conjugada con el silencio y la tranquilidad, le dan a La Playa de Belén un valor incalculable, significativo y motivante, que atrae a turistas extranjeros y nacionales. Los mismos que están ansiosos por encontrar un lugar en paz, alejado del bullicioso y el acelere de las grandes ciudades.
'Un bello poblado'
La Playa de Belén encanta por su uniformidad. Todas las casas tienen, además del blanco, una matera redonda marrón colgada a la entrada. Las tiendas y locales comerciarles tienen avisos o letreros hechos en bloques de madera, todos de la misma forma. A eso se agrega que el 70 por ciento de los playeros, como se les dice a los nacidos allí, tienen por apellido Arévalo o Claro.
Visitar La Playa de Belén en Navidad es una experiencia inolvidable porque no sólo permite disfrutar una sensación cultural mágica de la época, sino también sentir la fuerza de una comunidad convocada en torno a una fiesta religiosa, espiritual.
La religión es vital en esta población, como lo muestra un sinnúmero de fiestas creadas para rendir homenaje a santos y a la Virgen. De igual forma lo es el trato amable a sus vecinos y a quienes los honran con su visita.
Toda una experiencia mágica que vale la pena conocer.
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